Cristo, Nuestro Sanador Divino De Nazaret
- Escrito por Pastor Ricardo J. Iribarren
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Estos apasionantes pasajes siguientes de las Escrituras en los Evangelios son muy reveladores. ¿Cuánto de ello se aplica en nuestros días Hoy?
Veamos los antecedentes de los relatos en cada uno:
La gente de Su ciudad, Nazaret, debía de saber que Jesús era un hombre que hacía milagros en favor de los desvalidos, despreciados, enfermos, rechazados, angustiados; quienes fueron bendecidos por su misericordia. Él habló de lo que le fue encomendado
"De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió [Dios, el Padre Celestial de Jesús y nuestro], tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, más ha pasado de muerte a vida." Juan 5:24. Con este antecedente - aunque, claro está, existen muchos más -, Jesús regresó a Nazaret, probablemente para visitar a su familia. Podemos enumerar algunas maravillas que solamente Él pudo hacer; porque nadie pudo hacer tanto bien a muchos sin esperar recompensa alguna. Él solamente esperaba que creyesen a Su Evangelio; el cual evangelio siempre instó al arrepentimiento: porque el Reino de Dios se había acercado a ellos.
La sanidad de un leproso. ¿Saben ustedes lo que eso significaba en aquellos días (como hoy cuando Él sana también)? Relato escrito en Mateo 8:1-4. Leemos “Y COMO descendió del monte, le seguían muchas gentes. Y he aquí un leproso vino, y le adoraba, diciendo: Señor, si quisieres, puedes limpiarme. Y extendiendo Jesús su mano, le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y luego su lepra fué limpiada. Entonces Jesús le dijo: Mira, no lo digas á nadie; mas ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece el presente que mandó Moisés, para testimonio á ellos.” Los Nazaretitas se enteraron de esto. ¡Qué Poder del Señor!
La sanidad del siervo (mucamo) del centurión romano. Todos sabían de ello. Leemos en Mateo 8:10 “Y oyendo Jesús, se maravilló, y dijo á los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado fe tanta.” Los dominados por los romanos sabían de esto.
La sanidad de la suegra de Simón Pedro, en Mateo 8:14-15. Leemos “Y vino Jesús á casa de Pedro, y vió á su suegra echada en cama, y con fiebre. Y tocó su mano, y la fiebre la dejó: y ella se levantó, y les servía.” La gente de Nazaret se enteró de ello.
El poder que desplegó el Señor cuando a bordo de una barca, con su voz llena de autoridad, calmó una tempestad colosal en el mar de Galilea. Leemos Mateo 8:26-27 “Y él les dice: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió á los vientos y á la mar; y fué grande bonanza. Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y la mar le obedecen? ” Ahí sus discípulos se quedaron atónitos. ¡Impresionante manifestación de su autoridad sobre los elementos! Todos los vecinos de Nazaret supieron de esto.
Muchos judíos que practicaban ocultismo, quienes debido a ello quedaron atrapados por los demonios, fueron sueltos, libertados por el poder de Jesús; como los endemoniados gadarenos. Así leemos en 8:29 “Y como él hubo llegado en la otra ribera al país de los Gergesenos, le vinieron al encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, fieros en gran manera, que nadie podía pasar por aquel camino. Y he aquí clamaron, diciendo: ¿Qué tenemos contigo, Jesús, Hijo de Dios? ¿has venido acá á molestarnos antes de tiempo? Y estaba lejos de ellos un hato de muchos puercos paciendo. Y los demonios le rogaron, diciendo: Si nos echas, permítenos ir á aquel hato de puercos. Y les dijo: Id. Y ellos salieron, y se fueron á aquel hato de puercos: y he aquí, todo el hato de los puercos se precipitó de un despeñadero en la mar, y murieron en las aguas.” La gente de Nazaret se enteró de esto. Leemos en “Mateo 8: 33-34 “Y los porqueros huyeron, y viniendo á la ciudad, contaron todas las cosas, y lo que había pasado con los endemoniados. Y he aquí, toda la ciudad salió á encontrar á Jesús: Y cuando le vieron, le rogaban que saliese de sus términos.”
Cuando sanó a un paralítico. ¡Qué potestad manifestada por Jesús!, cuando observó la fe de los amigos del paralítico, lo cual soltó potencia en el Señor para sanarlo. ¡Gloria a Dios! ¡Jesús es autoridad, es poder! los ciudadanos judíos de Nazaret sabían también de esto. Leemos en Mateo 9:2,5-7 “Y he aquí le trajeron un paralítico, echado en una cama: y viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Confía, hijo; tus pecados te son perdonados… Porque, ¿qué es más fácil, decir:
Los pecados te son perdonados; ó decir: Levántate, y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar pecados, (dice entonces al paralítico): Levántate, toma tu cama, y vete á tu casa. Entonces él se levantó y se fué á su casa.”
La hija de Jairo resucitada. ¡Oh! grande es el poder de Jesús para resucitar. Poderoso e insigne es el Nombre del Salvador, el Señor Jesús. Leemos Mateo 8:18-19 “Hablando él estas cosas á ellos, he aquí vino un principal, y le adoraba, diciendo: Mi hija es muerta poco ha: mas ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá. Y se levantó Jesús, y le siguió, y sus discípulos.” Esta joven, hija de un principal (Jairo) del gobierno de la ciudad, había muerto; mas resucitada fue por el Señor Jesús. ¡Otro testimonio más de Su generosidad y grandeza! La gente de Nazaret estaba enterada (muchos fueron testigos presenciales) de este acontecimiento también. Leemos en Mateo 9: 23-25 “Y llegado Jesús á casa del principal, viendo los tañedores de flautas, y la gente que hacía bullicio, Díceles: Apartaos, que la muchacha no es muerta, mas duerme. Y se burlaban de él. Y como la gente fué echada fuera, entró, y tomóla de la mano, y se levantó la muchacha.”
Asimismo, otra mujer que padecía mucho de su enfermedad fue sanada por Su misericordia. Leemos Mateo 9:20-22 “Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre doce años había, llegándose por detrás, tocó la franja de su vestido: Porque decía entre sí: Si tocare solamente su vestido, seré salva. Mas Jesús volviéndose, y mirándola, dijo: Confía, hija, tu fe te ha salvado. Y la mujer fué salva desde aquella hora.”
Las Escrituras dicen que su fama se extendió por toda aquella tierra, que incluía también esta región a Nazaret. Leemos Mateo 9:26 “Y salió esta fama por toda aquella tierra.”… Y la lista sigue, y sigue, y sigue… ¿Saben? Cada vez que el Señor hacía un milagro, los «noticieros» ambulantes de la época iban por todas partes informando de los mismos. Y como en Nazaret no creían en Él… ¡Caramba!, lo que es la envidia colmada de incredulidad, ¿verdad? ¡Qué tragedia! rechazar el dominio de Cristo. Así leemos en Mateo 11:27 “Todas las cosas me son entregadas de mi Padre: y nadie conoció al Hijo, sino el Padre; ni al Padre conoció alguno, sino el Hijo, y aquel á quien el Hijo lo quisiere revelar.”
Al volver a Nazaret, el Señor se tomó un descanso. Siguió su vida normal. Retomó su costumbre de asistir los sábados (día de reunión de los judíos) a la sinagoga para leer y comentar las Escrituras. Leemos en Mateo 13:54 “Y venido á su tierra, les enseñaba en la sinagoga de ellos, de tal manera que ellos estaban atónitos, y decían: ¿De dónde tiene éste esta sabiduría, y estas maravillas?” Esto fue causa de asombro y de muchos comentarios, y algún sarcasmo también.
Hermanos, cuánto de esto nos debe pasar, seguramente, a nosotros también. En tu ciudad donde vives, en tu familia, tus conocidos, tu trabajo. En la sociedad que vives también pasa lo mismo… ¡no creen a ti que te ven, cuánto menos en Jesús que no lo ven! Por el poder de la predicación del evangelio, contundente y eficaz, ¡cuántos cautivos han sido libertados de esclavitud: alcohólicos, drogadictos, ludópatas (adictos al juego), homosexuales, ladrones, malvados y toda clase de perversos, etc.!
¡Vamos, no decaigas; sigue adelante… Tómate de la mano extendida a ti del Señor Jesús! Amén.
Continuará…
Dios te bendiga. Pastor, Ricardo Iribarren.
(Todas las citas bíblicas fueron extraídas -en forma textual- de la versión RV 1909)